El artista solo cuenta con las estrellas
Aquí encontrarán un derroche de textos, que perdidos por el eter, colapsaron en una página de la web ¡¡Vaya eter!! Parece que se sumó a la informática.
Bienvenidos
Este soy yo

- Ernesto Dominguez
- Capital Federal, Buenos Aires, Argentina
- De buen porte y correcto. ¡Cuando no digo nada, digo mucho, y cuando digo mucho... digo mucho.
11 nov 2010
Galopante
10 sept 2009
Una luz en el centro de mi pecho
Una luz en el centro de mi pecho,
no se propaga,
sino que se apaga lentamente.
No es el fuego, que cenizas deja.
Ni una mancha de humedad,
correspondiente al agua.
Es luz,
que solo dejará cables pelados.
Es pequeña, brillante y apañadora.
Y se sujeta en coetáneos de misma brillantes.
Cuando está feliz
baila
y reluce en intensidad.
Si desaparece
no la extrañaré,
me enchufaré a la búsqueda
y me arriesgaré a un falso contacto
generador de oscuridad.
Un Beso en mi puño
Y resulto ser el tuyo
Lo he tomado con la mano
Pero ahora ya no es la mano, es puño.
Espío entre mis dedos
sobre la tensión de la muñeca.
Mínimamente lo observo
y mi boca se aleja del eje de mi rostro
y mi puño se asoma por encima del mentón.
De instantáneos movimientos
ha colapsado el momento
he besado mi mano
tu beso ha muerto.
3 sept 2009
Aves sin nido
no promete quemarte.
Una noche de estrellas
no asegura sacarte un suspiro.
Apariencia de vida
que colapsa al desprevenido,
sopesado,
se arropa y cierra los ojos.
Actantes convencidos
coordinan sus pasos,
negociantes que tienen en la mano
algún papel de regalo.
Las caricias son pájaros
que se entrelazan con las nubes.
Sin más, son bellas aves sin nido.
23 ago 2009
Plasmáticos
Noche de silencio
Que golpea en el pecho
Lo hace pedazos
Pero no es su partición lo preocupante
Sino su lentitud
El compás de una hermosa trompeta
Sus tonos agudos
Chispeantes, plasmáticos
Endulzan el dolor
En la destreza separatista
del cuerpo.
La notoriedad, se sostiene
En la chispa del olvido
En el plasma del placer.
Pues será que no Flaqueamos
Y disfrutamos
del no ser
Será que nos sentenciamos
a subir la colina de la sonrisa
con miles de compases precisos
y dormir en el llano,
como al nacer.
Pequeños duermientes
Pequeños durmientes se van asomando lentamente con cada bostezo a la cruda Aurora, estiran sus brazos desmesurados, y en sus lagañas que petrifican la visión, colapsa la eternidad de los adormecidos horizontalmente. Se transforman en un pestañar, en un momento, en segundos que serán horas, quizás años, tal vez siglos. Costras amarillas que fueron ovejas o libido reprimida. Los durmientes de colchones hundidos por la mitad, de suelo incomodo, de posición fetal o “boca arriba” que los vuelve frágiles y dispuestos a cualquier cosa. Durmientes pequeños, que no saben lo que es la vida o durmientes ancianos que están cansados de lo que fueron (o de lo que no serán jamás), por eso sueñan, es que allí se encuentran su verdadero mundo, estacionándose en lo que se entiende como “nada” (pero que para ellos es mas que eso, es todo). Durmientes que no necesitan almohadas porque sus telas no construyen totalidad, más bien edifican propiedad privada, que ladrillo por ladrillo eleva su historia; su reposera de hoy, quizás no sea la de mañana, porque el mañana es incierto, el mas incierto de todos, porque su casa es la inseguridad de un político que quiere ser re-electo, su casa es visitada por parejas que se toman de la mano, y miran atónitos con ojos virulentos (mientras el caballero aprieta con fuerza la mano de alguna doncella al pasar por la morada de los durmientes). Su casa está bañada de un olor nauseabundo, pestilente, imperceptible para sus habitantes ¿Qué es ese olor? Es lo que para los durmientes, es el mundo. Es la construcción más real. Es la vida misma que no alimenta y discrimina, que golpea como boxeador frente a la guardia baja de los durmientes, que dejan flotando la toalla en el aire (suspendida) porque no quieren dejarla caer, y comprenden, que ya ha sido lanzada.
9 ago 2009
Uno por encima del otro
Si viera una rosa.La odiaría.
Si viera sus pétalos, uno por encima del otro;
Sobre un tallo con espinas.
Los odiaría.
Imágenes, bellas imágenes,
pero juro,
que las odiaría.
En la muertede la vida
La mitad del amante es egoísta
La parte fantástica, se cubre de un verde esplendoroso
Y la otra,
Incolara.
La línea divisoria es estrecha
Pero evidente,
sutil,
pero clara
Y se oculta en la tercera persona.
En la construcción del instante
En la muerte de la vida
En las lágrimas,
en las caricias.