Bienvenidos

No soy el músculo, que segundo a segundo, mueve una barra pesadisima para dar un golpe mas violento. No soy el bailarín que con movimientos sutiles, seduce a las muchachas en alguna pista de baile. No soy un mesias, no soy un empresario acorbatado, ni un dictador asesino. Tampoco sé si soy. Solo sé que escribo.

Este soy yo

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Capital Federal, Buenos Aires, Argentina
De buen porte y correcto. ¡Cuando no digo nada, digo mucho, y cuando digo mucho... digo mucho.

14 may 2006

Ya!! Espero

Sentado espero en un otoño que recién comienza. Enfrente una silla vacía. Su respaldo es tan tenue como tu mirada. Esa contemplación que me desvanece, triste como el mar en épocas de silencio y al mismo tiempo, apacible, soñador, esperanzado, completo, armonioso. Sospecho que no te sentaras, no te atreves. Sospecho que tus pies están cansados y tus alpargatas doradas tan añejas como la sombra de mis manos. Ya nada importa, sigo sentado. Veo el cielo por una ventana. Está nublado. Un pájaro pasa velozmente, no alcanzó a admirarlo pero lo imaginó, libre, nadando por las nubes sin destino alguno. Una rama de un árbol, un techo de tejas, la chimenea, la antena de un departamento, un pequeño descanso entre escalones infinitos. Y sus alas desplumadas de tanto andar. Eso no lo hace poco vistoso, al contrario, lo hace más bello porque es único en su raza. Y aún así puede volar. Pero ya dejó se ser mi luz, se esfumó. Desapareció como pueden desaparecer muchas cosas. La tristeza, la alegría, la esperanza. Digo bien la esperanza. Aquella que me acompañó cuando te dije la palabra misteriosa. A la que todos le temen. A la que muchos le agregan causas que ella no acusa. Pobre palabra. No estoy dispuesto a abandonarla. Muchos se alejan de ella pero yo la malcrío. Arropo su espalda con mantas sin usar. Las respuestas (primas de la misteriosa) ya no importan, tu boca, tus labios, tus mejillas, tus pupilas, ya me contestaron. Con silencio, quizás la respuesta mas noble que tuve. Te agradezco. La silla sigue inmóvil, yo también. Todavía sigo conociéndome. Mi pie se mueve sin sentido alguno, intento detenerlo pero es imposible ¿Qué tan relacionado estás con tú otro extremo? Allí también algo se mueve sin sentido pero su admiración es egoísta. Quisiera mostrarte, me encantaría, pero no puedo. Sólo afirmó que es como una doncella que baila sola en un salón de cortinas rosas. Y en cada compás dice la palabra misteriosa. Toca un vaso y lo dice, lo grita tan fuerte que hasta se atreve a romper la copa. Hay muchas mesas en el salón, con manteles desprendidos de las cortinas, que la rodean. Pero están vacías. Una araña cuelga y brilla. Su luz es perfecta, imperturbable. Ésta doncella no tiene pasado, ni futuro, es estática. Y bella. Tan bella que los amaneceres se inspiraron en ella. En alguna nube (una vez) vi sus mejillas. Pero la silla sigue inmóvil, todavía. Y el mozo dice que el lugar esta por cerrar y que tengo que dejarte, silla. Pero me voy tranquilo, en paz, porque hice un pacto contigo, silla. Gravé en tus maderas la palabra misteriosa, silla, y cuando ella se siente en ti, silla, sentirá lo mismo que yo, silla. Aunque sé que eso ya no me importará, silla. Porque estaré en otro bar esperando a otra persona.