Bienvenidos

No soy el músculo, que segundo a segundo, mueve una barra pesadisima para dar un golpe mas violento. No soy el bailarín que con movimientos sutiles, seduce a las muchachas en alguna pista de baile. No soy un mesias, no soy un empresario acorbatado, ni un dictador asesino. Tampoco sé si soy. Solo sé que escribo.

Este soy yo

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Capital Federal, Buenos Aires, Argentina
De buen porte y correcto. ¡Cuando no digo nada, digo mucho, y cuando digo mucho... digo mucho.

1 ene 2006

La ultima mariposa

Semanas sin olfatear tu perfume. Cálida piel de esperanzas por donde se deslizan los sueños de bajos escrúpulos. Sólo te recuerdo, pero ya no te extraño. Solías frecuentar mi cerebelo, allí te ponías a tomar algunas copas de vino. A veces estabas en el tronco cerebral, nadando desnuda, sumergida, con armoniosos movimientos. Y cuando menos me lo esperaba, eras la reina del hemisferio cerebral. Tu sangre azul que golpeaba las paredes de mi pobreza, y tu voz encandilante que sabe llenarse de palabras coherentes. Ambas, eran mi perdición..... ....Desde un principio, supe muy bien en qué juego macabro me estaba metiendo. Pero no hice caso a mi intuición. Preferí arriesgarme. Soñar, amar, jugar. Puede ser que la lejanía del amor en aquel momento, logró condicionar de alguna manera. Aunque ya no me acuerdo de las mariposas de tiempos pasados. ¿cuáles eran sus colores?¿agitaban mucho sus cuerpos?¿hasta que altura podían llegar?¿cuántos ojos tenían en cada ala? La vida es así. Conoces a una mujer, como una oruga en su embrión. Muy tierna a la vista, poética, y cada suave movimiento de su cuerpo ensancha tus ojos. Te deforma. Después, en tu cabeza empieza la transformación, donde la pupa creciente suele quedar envuelta sobre un capullo de seda (pupa quiescente). Muchos somos los reptiles que se quieren endulzar con su sabor. Hasta que despegan sus alas, y te vuelven vulnerable. Y un romántico de las calles olvidadas queda atónito por su belleza ¡ya eres mariposa!¡vuela por mi cuerpo!. Contágiame de tus ojos compuestos, absorbamos juntos el néctar de las flores. Pero cómo todos sabemos, es muy corta la vida de las mariposas. Y solo pueden serlo una vez. Únicas, por supuesto. Pero solo una vez. Después, uno las recuerda como larvas. Dentro de las crisálidas que las envolvía. Ahora, para siempre. Eso eras. Mariposa. Y estoy comenzando a sospechar que mis verbos son correctos. Eras. Dulzura, ternura, pavura, y como escribió un genio, todos los uras que te puedas imaginar. Eso eras en mi cabeza. Y ahora sos mi ultima Mariposa.