Aquí encontrarán un derroche de textos, que perdidos por el eter, colapsaron en una página de la web ¡¡Vaya eter!! Parece que se sumó a la informática.
Bienvenidos
Este soy yo

- Ernesto Dominguez
- Capital Federal, Buenos Aires, Argentina
- De buen porte y correcto. ¡Cuando no digo nada, digo mucho, y cuando digo mucho... digo mucho.
2 jul 2006
La esquina de los mil rompimientos
5 jun 2006
El cofre de las ilusiones
Aquel día Pablo Matías Muaiño se levantó muy temprano para ir al trabajo. Acostumbrado a desayunar, por el camino se compró unas galletitas saladas. Sabía que en su escritorio lo esperaba el termo y el mate por calentar. Y seis horas de atención personalizada (telefónicamente). Pablo siempre hacía el mismo recorrido. No podía evitar pasar por Av. Scalabrini Ortiz y Córdoba, allí había una pequeña panadería que bañaba la vereda con su perfume. Una rejilla pegada al zócalo gastado, le hacía cerrar los ojos y levantar levemente la nariz. Aquella mañana después de pasar por la panadería, una mujer que veía ocasionalmente, lo llamó por teléfono para reclamar su presencia. Hacía como dos meses que no se veían. Después de haber compartido muchos buenos momentos juntos. Ese ocasionalmente, ya no era tal. Pablo Matías no estaba de humor aquella mañana porque al pasar por la panadería se dio cuenta que estaba en los primeros días del mes y no llevaba plata en su billetera, y como si esto fuera poco, al cerrar los ojos, una señora lo llevo por delante machucándole el dedo meñique. Muaiño no le hizo caso a la señorita del teléfono, prefirió cortar la comunicación y seguir caminando al compás del viento que golpeaba su cara sin despertar. A la hora del almuerzo, sus manos empezaron a transpirar. Bajó su cabeza y recordó. No era la bella sonrisa de la muchacha que avivaba en él su ternura retraída, tampoco eran los labios que tan dulcemente besaba en un tiempo de dos por cuatro, mucho menos eran los pómulos firmes, ni el pelo azabache y crepuscular, ni su seños pequeños, ni su piel con olor a miel. No era ella. Era el cofre.
A los dieciocho años de edad, un vendedor de una casa de antigüedades de la calle defensa, le vendió un cofre misterioso. De unos cuarenta centímetros de largo y veinte de ancho. Cubierto de un cuero derrochado de color marrón y algunas decoraciones en oro de plata que formaban imágenes perdidas de rosas sombrías. Cada pétalo se marcaba a la perfección y en el centro de cada rosa había un rubí precioso, rojo fuego. El baúl estaba escondido entre montones de arañas, cuadros, sombreros, facas y centros de mesa. El vendedor le afirmó que cada posible comprador primeramente tenía que conocer las consecuencias y responsabilidades de éste. Comentó que dentro de él, se guardaba el bulto de muchas almas en pena y que cada una de ellas representaba una ilusión. La más estricta de todas las almas que se sepultaban en el cofre era la de “Dorotea”. Una dama de los años treinta que fue abandonada por su esposo, un gangster que traficaba whisky para un alto funcionario de la época. Dorotea lo esperó muchos años sentada en el regazo de su lecho, mirando la ventana que daba al puerto. Alguna que otra vez, sospechó verlo bajar de un barco pero nunca golpearon su puerta y falleció de inanición en su habitación oscura y solitaría. Se dice que ella era la dueña del cofre y juró regresar cada vez que un amante se sienta sólo. Otras de las almas en pena era la de “Ruperto” un bailarín homosexual que frecuentaba un boliche de San Telmo. Se cuenta que un hombre golpeó su corazón a la mitad de “malevaje” pero después de aquella noche nunca más lo volvió a ver. Ruperto frecuentó el boliche por años, noche tras noche, petaca tras petaca, compás tras compás, línea tras línea, pero fue en vano, él nunca regreso. El dueño del local que le contaba estas historias a Pablo Matías Muaiño, se fue poniendo cada vez mas enérgico. Y afirmó:
- "Te puedo vender el cofre a un preció que este a tu alcance, pero las responsabilidades a las que hice referencia desde un principio se deben a algo mucho mayor. Según la leyenda, la persona que sea propietaria del cofre debe abrirlo cuando sienta que es tiempo de compartir la vida con una persona. Sólo allí. Sus beneficios serán muchos, dinero, fama, poder, y sobre todo, amor verdadero. Se dice que esto está asegurado pero si el dueño se llega a equivocar de amor. Será tragado por el cofre y se convertirá también en un alma en pena, encerrada dentro de él, por siempre… A pesar de todo esto ¿se lo lleva o no siente que pueda ser capaz?"
Pablo llamo un remis y se llevo el cofre a su casa. Lo Acomodó en un rincón del departamento y lo abrió, para saber que era lo que podía pasar. En aquel momento, nada sucedió. Pablo guardo algunas fotos de su infancia, algunas baratijas y lo dejó abierto. Con el tiempo se olvido del cofre, pensó que la sugestión del vendedor era típica de un mercader con pocos compradores, dispuesto a inventar historias para pasar el tiempo. Pero desde el abandono mañanero de la muchacha que en algún momento lleno su corazón, Pablo se sintió diferente, extraño. Terminó sus horas de trabajo y regreso rápidamente a su casa. El cofre estaba abierto, y las fotos que había guardado allí, estaban llenas de sangre. Se dice que nadie volvió a verlo. Simplemente desapareció. Y según algunos conocedores del tema, el cofre sigue esperando en algún local de antigüedades del viejo barrio de San Telmo.
14 may 2006
Ya!! Espero
23 abr 2006
La ironía del msn
Sin tapujos, hoy les contaré, breves enseñanzas posmodernas. No sugieren un conocimiento exacto de las cosas, pues cada ser humano crea su propia carretera: con pinos verdes (gigantes) a sus lados, o sendas con vacas que ni siquiera comen el pasto. “Gigantes pétalos vuelan en la pieza de Sandra (mi cuarto)” le tiró un zumbido a “Dorio es tan patriota como el que canta en Almafuerte”. Puedo afirmar, que alguien alguna vez me dijo que se estaban creando hombres de mil nombres, y yo no le creí. En fin…
- “Gigantes pétalos vuelan en la pieza de Sandra (mi cuarto)” dice: Hola como se nota que estas agrandado, ya no saludas
- “Dorio es tan patriota como el que canta en Almafuerte” dice: (Responde con un pacman que guiña el ojo)
Esto responde a la época arrabalera consecuentes del machismo y de la homosexualidad escondida. Donde una mujer era invitada a bailar previo al cabezazo del caballero. Algunas películas muestran a las señoritas bailando frente a los señores (la gran mayoría portaba bigotes) que esperan sentados tomando un Whisky o té congelado (depende del presupuesto del film y del actor). Pero siempre destacando las características del burlesqué. Y la buena presencia de la Madame.
- “Dorio es tan patriota como el que canta en Almafuerte” dice: Estaba buscando algo en la heladera. Todo bien?
- “Gigantes pétalos vuelan en la pieza de Sandra (mi cuarto)” dice: Si todo bien porque te fuiste tan temprano de la fiesta del pato?????
- “Dorio es tan patriota como el que canta en Almafuerte” dice: Porque me dolía la cabeza
La excusa mas reconocida de las mujeres. Ya se presupone que su falsedad es evidente. Pero uno lo toma como real. Creyente. La ciudad tiene mucho smoke, sus bocinas y sus desperfectos motores pueden darle malestar a cualquiera. Creyente.
- “Gigantes pétalos vuelan en la pieza de Sandra (mi cuarto)” dice: Te perdiste a “el gordo” pepe arruinado en el cuarto de luís
- “Dorio es tan patriota como el que canta en Almafuerte” dice: (Responde con un pacman que llora)
El pacman era la cabeza de un muñeco de peluche (seguramente). Su paradero es desconocido. Al parecer, la última persona que pudo verlo “con vida” dijo que se había tomado una pastilla y curiosamente sus amigos se habían puesto azules. Se lo veía agresivo, corría a unos primos por los pasillos de la villa. Al grito de “veni que te transformo en una frutillita”.
- “Gigantes pétalos vuelan en la pieza de Sandra (mi cuarto)” dice: Bueno, me voy a bañar vuelvo enseguida!!
- “Dorio es tan patriota como el que canta en Almafuerte” dice: (Responde con un zumbido)
Aquí nos encontramos con lo más correspondiente de la charla. El zumbido y la ducha. Pues la higiene es algo indispensable en una persona ¡mira si algúna vez deciden dejar esas pantallas! La misma situación se repite días tras día. Con caras desconocidas o personificadas con un skater´s o un perro. Ambos se quedaron en sus pupitres, estáticos. Sucios y mal olientes. En fin, antes se acostumbraba cerrar las puertas en la cara pero hoy en día, es otra la amabilidad de la época.