Tú eres la tierra y yo soy el cielo,
Siempre estoy arriba, siempre estoy debajo.
Tú eres la fruta y yo soy la nube,
Alimento al poeta, tú lo nutres.
No sabes cual es mi color;
Un negro de puntillas blancas voy alternando,
Y con un celeste te voy abrazando.
Cada mañana.
Cada atardecer.
De un rojo, amarillazo, coloreando.
Cuando uso mi lienzo negro,
Tú piel se vuelve tersa y suave.
Y en mi mente celeste austero
Reluces en movimientos de ave.
Pero es que yo no soy nada sin ti,
Muero y vuelvo a nacer.
Pues envenenado estoy, bello rubí
Y como carmesí,
Disfruto de ti, en mi tenue padecer.
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